Agresividad del gato
Siempre aviso antes de atacar
La mayoría de las veces que vemos un gato con el lomo encorvado, el pelo de su cuerpo y de su rabo erizado y las pupilas dilatadas se trata más de una reacción de miedo que de una actitud agresiva.
Está intentando disimular su pánico y la descarga de adrenalina con un lenguaje corporal agresivo. Enseña sus garras y sus dientes, sisea, emite chasquidos para impresionar a su contrincante y se prepara para un posible ataque.
En contra de lo que parece las peleas entre gatos son escasas y de poca virulencia.
Antes de comenzarlas son capaces de estar horas lanzándose sonoros aullidos y gruñidos para intentar hacer desistir a su rival. Además si la pelea llega a producirse el gato que se ve en inferioridad se tumbara panza arriba en actitud de sumisión ante el vencedor y este le respetará por lo que en escasas ocasiones se producen heridas de importancia.